Al examinar imágenes de casas japonesas, frecuentemente se nota un espacio recurrente con tatamis, a menudo ligeramente elevado e integrado en las áreas públicas del hogar. Este es el washitsu, o sala de estilo japonés: un espacio tradicional y multipropósito que todavía se encuentra comúnmente en la arquitectura residencial moderna. Se utiliza para actividades que van desde leer y dormir hasta albergar un altar familiar; su versatilidad es central para su continua relevancia. Este artículo explora la disposición y el significado del Washitsu, comenzando con sus orígenes históricos para entender mejor su papel e interpretación en los hogares japoneses contemporáneos.
¿Qué estructuras e infraestructuras mantienen los vínculos y relaciones entre el campo y la ciudad? ¿Cómo la arquitectura y las tecnologías emergentes mantendrán o no esta coexistencia de ambos mundos en el futuro? La reducción de la huella ecológica, el impacto del cambio climático, la descentralización de las grandes ciudades, la seguridad alimentaria y demás problemáticas contemporáneas interpelan a profesionales de la arquitectura y el urbanismo a nivel global bajo el principal objetivo común que se centra en mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y alcanzar el bienestar físico, mental y emocional en el entorno construido y natural.
En las ciudades contemporáneas marcadas por alta densidad y verticalización, las terrazas — muchas veces pasadas por alto como simples cubiertas técnicas — han ganado protagonismo como espacios estratégicos de reconexión con la naturaleza, ampliación del uso residencial y respiro colectivo. En especial en las residencias unifamiliares insertadas en contextos urbanos densos, estos espacios se revelan como oportunidades valiosas de ampliar la superficie habitable sin ocupar más suelo. Al elevar la vida cotidiana por encima del nivel de la calle, las terrazas posibilitan nuevos modos de habitar el espacio urbano, promoviendo usos que van desde el ocio hasta la producción alimentaria, de la contemplación a la socialización. En contextos de escasez de áreas verdes y presión por infraestructura, también representan el potencial de crear lo que la arquitecta paisajista Catherine Mosbach llama "capas adicionales de urbanidad". Ya sea como jardines suspendidos, espacios de encuentro, huertos o áreas de bienestar, las terrazas desafían la idea de que la ciudad termina en el último piso — y nos invitan a pensar el techo como suelo.