Diagrama esquemático para desarrollar una sección de muro basada en tectónica eco-resiliente.
Se acepta comúnmente que la aparición de musgo o vegetación en la superficie de un edificio es un signo de negligencia, deterioro o mal mantenimiento. Y esta suposición no es del todo infundada: pequeñas grietas en materiales tradicionales pueden llevar a la infiltración de agua, puentes térmicos o incluso patologías estructurales. Pero, ¿y si esta presencia orgánica no fuera un defecto, sino el resultado de la coevolución entre la arquitectura y el entorno? Esta inversión de perspectiva fue anticipada magistralmente por Lina Bo Bardi en la Casa Cirell, en São Paulo, donde los musgos, orquídeas y vegetación espontánea eran parte de la intención arquitectónica desde los bocetos iniciales. El uso de revestimientos de piedra cruda y superficies expuestas permitió que la casa se integrara en el terreno. Proyectos más recientes han profundizado aún más esta relación entre la materia construida y la vida vegetal, como los jardines verticales de Patrick Blanc y el Bosco Verticale de Stefano Boeri, que transforman fachadas en ecosistemas verticales, redefiniendo el envolvente arquitectónico como una infraestructura viva capaz de filtrar contaminantes, absorber calor y fomentar la biodiversidad.
Al diseñar un espacio—ya sea a la escala de interiores, arquitectura o infraestructura—la materialidad es una preocupación central. Más allá de la estética, los materiales determinan cómo funciona un proyecto, envejece y perdura. Algunos arquitectos—como Wang Shu y Kengo Kuma—han construido sus prácticas sobre una profunda sensibilidad hacia el potencial y los límites de los materiales. Pero incluso en el sentido más pragmático, surge la pregunta: ¿Qué perdura y qué no? ¿Cómo cambian los materiales con el tiempo? Naturalmente, los materiales dan forma a la atmósfera y la apariencia—cualidades que a menudo importan más a los clientes. Sin embargo, cada vez más, el discurso en torno a la materialidad ha cambiado de la sustancia estructural al tratamiento de la superficie. ¿Cuándo comenzamos a centrarnos más en "decorar" nuestros espacios superponiendo un material sobre otro, en lugar de confiar en la belleza inherente y el rendimiento del tejido del edificio en sí?