Las oficinas han evolucionado enormemente durante los últimos años, y cada vez se parecen más a un espacio doméstico, incorporando nuevas paletas de colores, mobiliarios flexibles, texturas cálidas e incluso vegetación como parte del diseño. En este último caso, no se trata simplemente de una adición estética, sino que la vegetación se integra de tal manera que transforma y mejora completamente la experiencia de trabajo de las personas en su interior. ¿Cómo pueden las plantas volverse protagonistas del espacio de trabajo? Revisemos 7 casos que las integran creativamente en favor del bienestar de los usuarios.
En la Casa Robie, Frank Lloyd Wright crea una disposición inteligente de espacios públicos y privados, distanciándose lentamente de la calle a través de una serie de planos horizontales. Los aleros pronunciados hacen que el espacio interior se expanda hacia el exterior. Considerada la primera fase de la carrera del arquitecto estadounidense, las llamadas Prairie Houses tenían una marcada horizontalidad, principalmente debido a los enormes planos creados por aleros ligeramente inclinados. Los aleros son omnipresentes en la mayoría de las arquitecturas tradicionales y, además de su rol estético, juegan un papel importante en los edificios, principalmente para mantener el agua de lluvia alejada de las paredes y la estructura. Pero desde hace algún tiempo, encontramos muchos ejemplos de proyectos con cubiertas inclinadas sin aleros, formando volúmenes puros y estéticamente limpios. Entonces, ¿cómo se resuelven los problemas prácticos de drenar el agua de lluvia, y el encuentro de los planos verticales y diagonales en estos edificios?
En las ciudades cada vez más densas, encontrar sitios disponibles se ha convertido en un desafío sumamente difícil y caro. Por esta razón, los arquitectos han tenido que comenzar a diseñar en espacios urbanos previamente ignorados. Aunque el diseño dentro de estos parámetros inusuales puede ser difícil, a menudo requieren una respuesta individual y sensible, lo que puede conducir a resultados innovadores e incluso inspiradores. Con esto en mente, aquí van 22 casas construidas en espacios estrechos, pero que demuestran una amplia creatividad.
El siguiente texto corresponde al capítulo 15 del Libro "NEUROEDUCACIÓN: sólo se puede aprender aquello que se ama" (Alianza Editorial, 2010), dedicado a analizar cómo interactúa el cerebro con el medio que le rodea en el momento de la enseñanza y el aprendizaje, a partir de los datos que aporta la ciencia.
Por Francisco Mora*
¿Por qué enseñar a los estudiantes en clases amplias, con grandes ventanales y luz natural es mejor y produce más rendimiento que la enseñanza impartida en clases angostas y pobremente iluminadas? ¿En qué medida los colegios, los institutos de enseñanza media o las universidades, que se han construido y se están construyendo en las grandes ciudades, modelan la forma de ser y pensar de aquellos que se están formando? ¿Es posible que la arquitectura de los colegios no responda hoy a lo que de verdad requiere el proceso cognitivo y emocional para aprender y memorizar, acorde a los códigos del cerebro humano y verdadera naturaleza humana y sean, además, potenciadores de agresión, insatisfacción y depresión? ¿Hasta qué punto vivir constreñido en el espacio de un aula, lejos de las grandes extensiones de tierra con horizontes abiertos o montañas, árboles, de suelos alfombrados de verde o secos matojos no ha alterado los códigos básicos del aprendizaje y la memoria? Todas estas son preguntas actuales, persistentes, que inciden en la concepción de una nueva neuroeducación.
https://www.archdaily.co/co/02-339688/neuroarquitectura-y-educacion-aprendiendo-con-mucha-luzPola Mora