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Arquitectos: Arquitectura Local
- Área: 138 m²
- Año: 2021
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La sostenibilidad en la arquitectura a menudo se enmarca como un desafío universal, llevando a soluciones estandarizadas que priorizan la eficiencia sobre el contexto. Sin embargo, la arquitectura está inherentemente ligada a su entorno: los edificios interactúan con el clima, la topografía y la historia cultural de maneras que exigen especificidad. En lugar de depender de listas de verificación de sostenibilidad estandarizadas, ¿cómo puede la arquitectura abrazar soluciones específicas para cada sitio? Esta conversación está profundamente conectada al concepto de Genius Loci, o el espíritu de un lugar, introducido por Christian Norberg-Schulz y abrazado por arquitectos/as que abogan por diseños que resuenen con su entorno. Sugiere que la arquitectura no debe imponerse sobre un sitio, sino más bien emerger de él, informada por sus materiales, clima y significado cultural. Esta filosofía desafía la aplicación generalizada de tecnologías sostenibles genéricas, proponiendo en cambio que la sostenibilidad debe estar inherentemente ligada a la ubicación en la que opera.
Casa Áurea es un proyecto de Elías Rizo y el Taller Elías Rizo Arquitectos, con el interiorismo a cargo de Cristina Grappin. Ubicada en Santa Catarina, en el estado de Nuevo León, esta vivienda forma parte del Programa Líderes del Mañana del Tecnológico de Monterrey, en el marco del 218º Tradicional Sorteo Tec, cuyo objetivo es fortalecer una iniciativa enfocada en el cambio, la movilidad social y el desarrollo de jóvenes con excelencia académica.
Rodeada por las formaciones de la Sierra Madre Oriental, la casa se concibe de manera que prioriza la privacidad desde su acceso principal. A medida que se recorre el espacio, la transición entre las áreas sociales de la planta baja y los niveles superiores define diferentes jerarquías de privacidad: el segundo nivel alberga espacios más reservados, mientras que en el rooftop, el entorno se abre gradualmente hacia el paisaje montañoso, integrándose visualmente con su paisaje.
El desierto es un territorio en constante transformación. Moldeado por el soplo de los vientos, sus relieves, ondulaciones y fisuras aparecen y desaparecen en la inmensidad árida, como si el paisaje fuera una pantalla en movimiento. Un lugar de contrastes profundos, donde el calor implacable del día se disuelve en la frescura de la noche, revelando la naturaleza en su esencia más primitiva. Ante esta geografía mutable e indomable, ¿cómo concebir una arquitectura que no solo se integre, sino que también respete y dialogue con un ambiente remoto y en continua metamorfosis? Este es el desafío que enfrentan los proyectos hoteleros ubicados en el paisaje desértico de América Latina.