Hace pocos días falleció Claudio Caveri, un arquitecto que eludió siempre las categorías establecidas para construir una obra personal, por fuera de los cánones de la disciplina, un arquitecto que trabajaba en los márgenes.
Caveri parece haber sido toda su vida un inquieto inconformista. Esta inclinación lo llevó a organizar, en 1958, la Comunidad Tierra, un grupo de orientación cristiana, progresista y utópica que se instaló en el partido bonaerense de Moreno, dándole la espalda a su origen de clase media de padres inmigrantes, e imponiéndose un exilio interno en la periferia rural más olvidada de la gran metrópolis. Allí trabaja como albañil y como carpintero. Más tarde funda una escuela técnica para la comunidad y ejerce su rectorado hasta entrados los 80. A fines de esa década trabaja en el Programa Olmos, que se ocupó de proyectar y construir con un grupo de presos una cárcel para recuperación de jóvenes.