La ciudad como la conocemos está colapsando y es incapaz de plantear nuevas alternativas de vida. El virus nos está obligando a asimilar el agotamiento de las edificaciones que comprende la ciudad y de los sistemas en cómo ha sido concebida toda la urbe en sí misma. Actividades básicas separadas por kilómetros de distancia entre calles que no pueden ser transitadas, naves y galerías como envolturas cerradas y aclimatadas artificialmente que ya no admiten concentraciones, y que por ende tampoco son visitables, capsulas infrahumanas apiladas una sobre otra en torres que no contemplan espacios abiertos, áreas comunes, ni naturaleza, donde prácticamente no existe contacto con el exterior, serán cada vez mas disfuncionales con el paso el tiempo.
La pandemia amenaza con dañar irreversiblemente las relaciones y los puentes sociales que subsisten con dificultad, y al mismo tiempo, paradójicamente plantea una verdadera oportunidad latente para subsanar nuestras ciudades. Pero no a través de un tratamiento tópico y superficial que pretenda un reciclaje de modelo para regresar al mismo punto donde nos encontrábamos, sino por medio de un cambio drástico hacia adelante, que nos lleve a pensar en una transformación mas allá de lo que está probado, implementando intervenciones terapéuticas a profundidad, donde se experimente una recalificación de las estructuras existentes, junto con una propagación de nuevas entidades físicas, nuevos territorios y nuevos organismos habitables.
Un cambio de paradigma de las ciudades es inminente. Las nuevas circunstancias rigen otros espacios donde diferentes redes conseguirán reparar en brotes de cohesión y lugares de intercambio para habitar de una manera que no tiene precedentes. Otras leyes y prescripciones de la arquitectura, permitirán impulsar una reconfiguración de la ciudad sin dogmatismos ni prejuicios, en un procedimiento que no puede ignorar la magnitud del problema diagnosticado.
Las ciudades hace mucho tiempo que son organismos deficientes y propensos de padecer segregación social, al igual que enfermedades tóxicas. Pero las ciudades ya no podrán ser nunca más territorios fragmentados, ni ultra dependientes como islas estériles abastecidas por sus periferias, y en estas deberán proliferar el resto de las funciones vitales que requiere, adoptando un comportamiento resiliente de sus propias fallas, pero también más inmune a posibles amenazas y trastornos de factores externos.
Sin embargo, dentro de los asentamientos que hemos organizado como sociedad es posible ubicar puertos para esas futuras atmosferas. Elementos que ya están presentes como pequeños filamentos y células en el contexto de los lugares donde radicamos. Comunidades y formas de urbanizaciones más integrales deberán estar en equilibrio con entornos naturales, incluyendo espacios flexibles y seguros que sean capaces de prever, o al menos resistir y sobreponerse eficazmente ante condiciones agresivas y perjudiciales.
De alguna manera todas las ciudades reúnen este potencial por explotar, donde cada territorio presenta síntomas particulares que recibirán métodos y tratamientos focalizados.
Pero precisamente Caracas y otras ciudades similares de América Latina que se encuentran en el límite, entre emergentes y vulnerables al mismo tiempo, constituyen los escenarios ideales para pensar que tiene sentido transitar hacia una remediación desafiante de las ciudades.
Caracas es una ciudad compleja y heterogénea que está compuesta de múltiples capas superpuestas una sobre otra, y a la vez imbricadas en una única estructura congénita. Un territorio caótico y degradado, igual que portentoso y efervescente. La ciudad ostenta simultáneamente desarrollos sólidos que requieren actualización y refrescamiento, combinados con otros espacios donde se reproduce un tejido inestable y elástico, intenso y dinámico que exige reparaciones con mejores dotaciones, servicios e infraestructuras.
Estas contraposiciones están en contacto y tensión permanentemente, y son el caldo de cultivo y el laboratorio más proclive para aplicar correctivos estructurales a causa de la amenaza que encarna el virus. Una ciudad que debe reinventarse antes que fagocitarse, antes que depredarse a sí misma.
EL rio que discurre a todo lo largo debe sanar, recobrar su caudal y extender sus riberas, penetrando en la trama hermética hasta confundirse con pequeños bosques y granjas urbanas como manchas que colonizan zonas enteras. Otro sistema parcelario invirtiendo la relación metros cuadrados de construcción, para privilegiar espacios públicos comunes. Disolver barreras y compenetrar tramas urbanas. Edificios trasparentes oxigenando naturalmente. Acceso a trabajo, vivienda y servicios elementales, ampliamente interconectados.
Parece que el mundo se apresura por volver a la -normalidad-, en un afán de acicalar la crisis como intentando desesperadamente detener el derrumbe de lo que hemos construido, pero la ciudades como las conocemos ya no pueden correr el riesgo de enfrentarse de nuevo a un cuadro nocivo, sin cambiar previamente.
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Imágenes:
[1] Air Filter, Balcón Parasito. Ecosistema de Economías Culturales. Caracas, Venezuela 2019.
Autor del proyecto: Marcos Coronel (pico colectivo) www.picocolectivo.org.ve
Foto: José Alberto Bastidas.
[2] Insta Bunker. Caracas, Venezuela 2019.
Autor del proyecto: Atelier Caracas (Julio Kowalenko y Rodrigo Armas) www.ateliercaracas.com
Foto: Saúl Yuncoxar
[3] VIP. Caracas, Venezuela 2019.
Autor del proyecto: Rodrigo Marín, Ricardo Sanz, Alba Izaguirre y Marx Avendaño (Ciudad Reactiva).
Foto: Rodrigo Marín.
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Información del autor:
Marcos Coronel es un arquitecto venezolano, graduado de la Universidad Central de Venezuela. Estratega de Políticas Urbanas y cofundador de PICO colectivo. Ha sido profesor y ponente invitado en la Ecole Nationale d'Architecture Paris Val de Seine; Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca; Manchester School of Architecture; Tecnológico de Monterrey; y en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario.Su trabajo fue considerado por Curry Stone Design Prize entre las 100 prácticas más relevantes de diseño social en el mundo, 2017.En 2018 obtiene el Premio Young Architects in Lain America en la 16th Bienal de Venecia.