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Arquitectos: Arquipélago Arquitetos
- Área: 140 m²
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Fotografías:Federico Cairoli
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Proveedores: Rothoblaas, Mato Dentro, Soludimper
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa está ubicada en el interior de Cunha, en el interior de São Paulo, en una región montañosa tradicionalmente conocida por su cultura cerámica. La casa se ubica en la cima de una colina, buscando las mejores vistas de todo el terreno. Para proteger la casa de los vientos fríos, se hizo un corte de 1 metro de tierra, para semi enterrarla, hasta la altura de las encimeras en las áreas de servicio. De este corte surgieron todos los recursos constructivos para la ejecución de los muros de la casa: la tierra.
Las paredes principales de la casa están hechas de taipa (tierra apisonada), tecnología antigua pero usada de manera contemporánea: se propuso un auténtico sistema de encofrado en barras de metal que evitó perforaciones y se desarrolló un lugar de trabajo más eficiente, de modo que sus componentes modulares puedan ser desmontados y ensamblados con facilidad.
Esta técnica constructiva nos proporcionó encuentros interdisciplinarios entre la física, química, geología y geografía, ampliando nuestra comprensión del paisaje en donde propusimos la casa.
Todas las características de dureza, inercia térmica, color, brillo, tacto son factores resultantes de las características físicas y químicas del suelo de la zona. El resto de las paredes están hechas de ladrillos color rojizo por una ceramista local que recoge la arcilla rica en aluminio de las zonas bajas de un arroyo.
La casa tiene habitaciones orientadas hacia el norte y hacia el noroeste, logrando capturar el calor para los duros meses de invierno. En el salón hay una chimenea y una estufa de leña, también hecha de barro y, conectado a la terraza, en el piso, un gran espacio circular, hecho de ladrillos, que funciona como un fogón.
La estructura del techo es una rejilla de madera que compone junto con el piso dos grandes planos horizontales de madera que se distinguen de los planos verticales de tierra. Se buscó que el hecho original de esta construcción en un sitio aislado y salvaje, fuera un signo máximo de la llegada de la presencia humana en el paisaje: líneas rectas que marcan la suave topografía.