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Escuela de Arquitectura: Las más recientes noticias y obras de arquitectura

La indolente burocracia de la arquitectura rural que no nos enseñan en la escuela

Posiblemente muchos arquitectos lamentan haberse quedado dormidos durante la clase de normativa territorial, o haberse quedado “trabajando para taller” en el ejercicio de tramitación de expedientes municipales, cuando se ven enfrentados a la primera firma en un proyecto real y a un cliente que supone que este profesional patrocinante que contrató para su proyecto, tiene perfecta claridad de la legislación vigente y la forma de obtener los permisos municipales para su construcción.

Discursos Inspiradores del primer día en una escuela de arquitectura

Sea o no el primer día, o sea que quieres volver a empezar; ciertos discursos son “lugares” a los que hay que volver o traer de vuelta para reinventarnos siempre.

Empecemos pues, otra vez. Como todo nuevo comienzo, hay un despertar del espíritu. Prohibido empezar sin ilusiones de cambiar el mundo, arquitectos. Ya lo decía Ciriani: “lo único que debe traer el estudiante de arquitectura es motivación”, sino estamos perdidos. Y con el avance del ciclo, tanta búsqueda creativa puede desgastarnos. Todas las formas habidas y por haber del eternamente aclamado “me falta inspiración” lo sabemos muy bien; por eso mismo, en contraparte, sabemos del gran valor de sentirnos inspirados.

He ahí la importancia de los discursos del primer día de clases en las escuelas de arquitectura. Pues son la ocasión perfecta donde las palabras confabulan para inyectarnos inspiración que ojalá durase para todo el ciclo, o toda la carrera. Porque los que son verdaderamente inspiradores, son eternos. Y los hay de todo: sobrios, llamativos, reflexivos, sentimentales, emocionantes, inolvidables…varían según la intensidad e intención de cada maestro. Lo cierto es que alguien en algún lugar da y recibe este mensaje universal.

Lo que trae este artículo son retazos de discursos y primeros días atesorados durante una carrera de arquitectura. Hay quienes tenemos esta locura de escribir hasta las palabras de aliento. Para que en algún momento –como este- cobren sentido, revivan compartidas y sean pronunciadas como un brebaje de inspiración al instante.