Discusión y crítica en los años ochenta: entrevista al arquitecto Humberto Eliash

En conversación con el arquitecto Óscar Aceves Álvarez (Caracas, 1982), el arquitecto chileno Humberto Eliash reflexiona sobre el estado de la arquitectura chilena (y latinoamericana) de los agitados años ochenta desde su participación como Director Editorial en la publicación ARS (1977-1989).

Nacida al calor del llamado del arquitecto Cristian Fernández Cox, quien buscaba por esos años "recuperar la identidad de la arquitectura en Latinoamérica", la publicación buscaba reflejar nuestra propia modernidad y crítica frente a hipotéticos planteamientos neoliberales, de radical e irreversible implementación a través de las dictaduras militares de la región por aquellos años.

"Nuestra generación era muy crítica y no sé si éramos ecuánimes y las criticas bien hechas, pero se hacía mucha discusión, incluso más que ahora. Hoy en día el exceso de información hace que las opiniones sean muy planas, que haya muy pocos filtros. Eso lo veo con mis estudiantes", señala Humberto Eliash.

Durante la década de los ochenta el arquitecto chileno Cristian Fernández Cox realizó un llamado con la intención de recuperar la identidad de la arquitectura en Latinoamérica: Cox indicaba que no se podría realizar a través de la implementación de los valores ajenos del postmodernismo en la arquitectura latinoamericana, sino únicamente apropiándonos de nuestra propia modernidad. Varios arquitectos coincidentes con los planteamientos de Cox propiciaron un proceso local de autocrítica a la modernidad, con la finalidad de proponer un modelo de ciudad y arquitectura diferente al planteamiento “neo-liberal”.

Esta situación abarcaba todo el escenario arquitectónico, pues sucedía algo similar con las publicaciones de arquitectura. Durante esa década la mayoría de las revistas locales de arquitectura ofrecían información gremial o técnica, y existía poco espacio dedicado a la crítica o difusión de ideas vanguardista de la época. Uno de estos pocos espacios fue cubierto por el Centro de Estudios de la Arquitectura (CEDLA), grupo multidisciplinario de profesionales que tenía la intención de propiciar la discusión sobre arquitectura y ciudad a través de la publicación ARS (1977-1989), cuya dirección editorial estuvo a cargo del arquitecto chileno Humberto Eliash.

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Óscar Aceves (OA): ¿Cómo surge ARS? Según tengo entendido, es la materialización del trabajo que estaba realizando C.E.D.L.A.

Humberto Eliash (HE): Si, exactamente. CEDLA y ARS son la misma cosa. La idea primigenia ocurre en Londres, en un encuentro que tenemos Cristian Boza, Fernando Castillo Velasco y yo, con motivo de un seminario sobre arquitectura chilena en el exilio, porque era el periodo militar. No éramos exiliados pues ninguno de los tres era político, salvo Fernando Castillo Velasco que era vice-rector de la Universidad Católica y le sacaron por ser una autoridad elegida democráticamente y pusieron a un militar.

Fernando Castillo no estaba impedido de volver pero era el más político que todos nosotros. En esa época mucha gente salió (de Chile), voluntaria e involuntariamente, a distintos países y nosotros fuimos a dar a Londres. Yo fui con mi novia en ese momento, que después fue mi mujer, y después allá nos encontramos los tres, curiosamente pues en Chile no nos conocíamos. Había otros más, estaba Rodrigo Pérez de Arce también.

Esto fue a mediados de los setenta, en 1975. Yo me gradué y me fui a los tres días a Europa. Era un momento muy importante de la cultura arquitectónica europea, estaba surgiendo todo el movimiento en torno nuevos intelectuales. Estaba el Arqnet que era el que juntaba toda la gente de lo que había sido el Archigram. Estaba también (James) Stirling, que para nosotros era muy atractivo. Particularmente yo tenía intenciones de trabajar en su oficina, iba todos los días que podía para que me entrevistaran pero no resultó. Estaba también la Architectural Association que era el lugar donde nos reuníamos. Yo no llegué a tomar clases allá formalmente porque no tenía recursos. La universidad era cara y como yo no era exiliado tampoco me daban beca.

Veíamos que en Europa estaba pasando algo. Era un momento de discusión y de crisis de un cierto modelo. No teníamos mucha conciencia, la palabra posmodernismo no aparecía todavía.

Al conocernos allá, conversar y ver todo lo que estaba pasando es que nos entra la motivación de hacer algo al regresar a Chile, que no teníamos claro que podía ser pero que obviamente no era la universidad. En circunstancias normales nosotros habríamos vuelto a nuestras respectivas casas de estudio, yo a la Universidad de Chile y ellos a la Universidad Católica, a desarrollar lo que cualquier persona con inquietudes intelectuales haría. Pero era la dictadura y en nuestras respectivas escuelas había una estructura muy cerrada. Así que creamos el CEDLA (Centro de Estudios de la Arquitectura), que era un ente totalmente privado. Nos alquilamos una casa en la calle Pedro de Valdivia (Santiago) y allí teníamos reuniones de discusiones, exposiciones, viajes.

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OA: ¿Entonces fue simultánea la creación de CEDLA y la creación de un medio de divulgación (ARS)? Inicialmente el primer número de la revista sale identificado como CEDLA

HE: Exacto, es simultáneo.

OA: ¿Por qué posteriormente se realiza un cambio en el nombre?, ¿identificaron algún problema en el hecho de que tanto el grupo como la publicación tuvieran el mismo nombre?

HE: No. Yo creo que teníamos la aspiración de que tuviéramos más productos que ofrecer. Así que teníamos C.E.D.L.A. que era un centro, tuvimos una galería de arte y arquitectura tuvimos la revista ARS, pero así como esta revista pudimos haber tenido otros proyectos. Soñábamos con hacer películas, con hacer otras cosas, y que cada una tuviera su nombre. Por eso le colocamos ARS a la revista.

OA: ¿Cómo fue la receptividad de los planteamientos de CEDLA y de la revista? Ustedes regresaban a Chile con nuevas ideas y posiblemente no todo el público podía asimilar el contenido y el enfoque que le estaban dando a la publicación.

HE: En esa época la revista AUCA no estaba extinta del todo pero su periodo de esplendor ya había pasado, así que para los efectos de la cultura local AUCA no existía. Estaba también el proyecto del Colegio de Arquitectos, una revista gremial. No había muchos más órganos de difusión. Por eso el hecho de que apareciera ARS fue bienvenido en el medio, pero al mismo tiempo fue mirado con cierto recelo pues éramos un grupo de jóvenes transgresores que veníamos a cuestionar ciertas cosas que ya no se cuestionaban, como por ejemplo la Arquitectura Moderna y todo el modelo de ciudad que se hacía en Chile en aquel tiempo, como por ejemplo la Remodelación San Borja. Eso ya no se discutía.

En el periodo de Salvador Allende se realizó otro concurso que se llamó Area de Remodelación Poniente en el cual resultó ganador un proyecto de arquitectos argentinos que planteaba el mismo modelos de grandes torres de departamentos de la Remodelación San Borja. Nosotros éramos muy jóvenes y nos dábamos cuenta de que ése no era el modelo adecuado y que al menos merecíamos discutir cuál era la ciudad que queríamos. En la I Bienal de Arquitectura de 1977 se abre una oportunidad de colaborar y allí nosotros realizamos lo que llamamos un “contra-proyecto”: una propuesta para Santiago Poniente pero opuesta a la tendencia oficial. Pensamos cómo hacer ciudad respetando el patrimonio, con alturas más parejas, sin tanta individualidad, una arquitectura (pensábamos nosotros) más historicista. Era como hacer un grito de atención a través de un auto-encargo. Eso motivo a hacer el proyecto, la Bienal y a hacer la primera revista, cuando publicamos los hallazgos que tuvimos con ese proyecto.

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OA: Si bien inicialmente la revista fue el medio de divulgación de las ideas de CEDLA, supongo que paulatinamente entraron en la rutina de editar periódicamente una publicación. ¿Hubo algún choque entre las responsabilidades de la revista y las actividades de CEDLA?

HE: No, nunca. Los posibles choques empezaron no tanto entre CEDLA y ARS, sino entre nuestro trabajo en estas actividades y la propia oficina, pues todos desarrollábamos trabajo de oficina, no vivíamos del CEDLA. La revista no se vendía, se ofrecía muy barata o la regalábamos, pues comercialmente éramos muy malos. Por lo tanto vivíamos de lo que producían nuestras oficinas e inevitablemente comenzó un conflicto de tiempo entre el trabajo que hacíamos y la revista. Cuando volvió la democracia a Chile a finales de la década de los ochenta también volvieron los concursos y el Colegio de Arquitectos volvió a ser democrático de nuevo, nunca fue intervenido pero siempre iba como a contracorriente. La revista y CEDLA fue una especie de salvavidas.

OA: ¿Cuál era el reto que tenían en conjunto todas las revistas en ese momento?

HE: Eso lo teníamos muy claro desde el primer momento. Nosotros no estábamos acostumbrados a tener medios o revistas que llamábamos tendenciosas, es decir, que tenían pensamientos de lo debía ser la ciudad y la arquitectura. Inicialmente éste era un grupo cerrado que después se abrió a América Latina. Siempre fue la revista de un grupo que pensaba de una manera similar y no fue como las revistas gremiales o de difusión que uno ve normalmente, pues fue como un buzón donde se expresaban ideas algunas veces contradictorias. Nosotros intentábamos llevar una idea de ciudad más compacta -más europea si se quiere decir- y no el modelo de la ciudad dispersa, de la autopista y el suburbio. También era poner en tela de juicio algunos de los conceptos más clásicos de la arquitectura moderna.

OA: Entonces, ¿cómo fue la relación con otras publicaciones del medio?

HE: La revista gremial (CA) fue mejorando gradualmente, pero nosotros pensábamos que no estaba cubierto en ella el espacio de crítica y por teníamos muchos enemigos. Una revista gremial no los tiene pues como indica su nombre es la revista de todo el gremio. A nosotros nos veían como un grupo muy cerrado. Incluso una vez se sucedieron una serie de réplicas en el boletín de la revista CA por diferencias de pensamiento.

Era el periodo militar y no existían la cantidad de tribunas que hay hoy en día para expresar distintos modelos. Chile es un país chico, alejado de los grandes centros de cultura y muy provincial. A esto había que sumarle el ambiente militar, toques de queda, pocos espacios de apertura cultural.

OA: En el caso de ARS N° 11 del año 1989, antes de presentar los proyectos de la Bienal se encuentra el texto de Cristian Fernández Cox sobre la Modernidad Apropiada[1], a modo de preámbulo. ¿Cree usted que este planteamiento de realizar una arquitectura con identidad local también se podía aplicar a las publicaciones de arquitectura en esos años?

HE: Sí. De hecho hubo una cierta sintonía entre lo que sucedía con CEDLA y ARS y lo que estaba pasando con algunas otras revistas del continente. No eran experiencias idénticas pero si similares. También los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL) acogían algunas de estas ideas. Cristian Fernández Cox, Cristian Boza y Enrique Browne, entre otros, empezaron a circular por todos estos espacios. Dentro de los seminarios se creó la sección de Encuentro de Editores de Revistas Latinoamericanas y que servía para encontrarnos todos los que editábamos revistas independientes, intercambiar ideas y revistas de nuestros países y contrarrestar la avalancha de información y transculturización de los países llamados centrales.

OA: Teniendo en cuenta que la intención de ARS era publicar contenido local para evitar esa transculturización, ¿esto se pudo lograr o continuó el flujo foráneo de información?

HE: No tengo cómo medirlo.

OA: ¿Pero cree usted que fue positivo?

HE: Yo creo que fue positivo pero no pienso que eso se haya mantenido en el tiempo. Una manera que teníamos de medir la penetración de nuestras publicaciones en el mercado local era ir a las bibliotecas de las universidades a preguntar cuántas suscripciones tenían contratadas de revistas de arquitectura, y muchas veces nos topábamos con sorpresas. Encontramos revistas de arquitectura en idioma extranjero en el 80% de los casos y solo el 20% de revistas latinoamericanas, principalmente argentinas, mexicanas o españolas. Esto no quería decir que los bibliotecarios fueran malintencionados, sino que simplemente no conocían nuestro trabajo. Ni los profesores nos conocían.

En siguientes reuniones volvíamos a compartir datos y la situación había mejorado, porque precisamente nuestra difusión hacía que se conocieran otras publicaciones regionales. A través de los seminarios se estableció un flujo de publicaciones y se conformó lo que llamamos un star system local, latinoamericano. Por ejemplo, empezó a difundirse el trabajo de Rogelio Salmona y Luis Barragán, que en ese momento no eran muy conocidos entre nuestros estudiantes.

OA: Al igual que sucede con el texto de Cristian Fernández Cox, donde se invitaba a hacer una revisión de cuáles son los valores a tomar en cuenta para realizar una arquitectura pertinente en Latinoamérica, ¿cree usted que el llamado a la crítica propiciado por CEDLA a través de ARS tuvo acogida en el contexto arquitectónico chileno?

HE: Nuestra percepción es que llegamos al final de los años ochenta a un punto alto en cuanto a crítica y discusión se refiere, pero posteriormente esto no se pudo mantener y decayó. Después, con la llegada de internet a finales de la década de los noventa todo cambia radicalmente. Nosotros sí logramos traer a la discusión el trabajo de Salmona, Barragán o Dieste, personajes que de no haber sido por estas iniciativas de revistas probablemente no los hubieran conocido esa generación de arquitectos. Hubieran quedado opacadas por los arquitectos del Primer Mundo.

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Revista ARS N°11. Image © Óscar Aceves Álvarez

OA: Entiendo que el N°11 de la revista es producto de la asociación entre CEDLA y el Colegio de Arquitectos en ocasión de la VII Bienal de Arquitectura.

HE: En el año 1989 el presidente de la Bienal es Eduardo San Martín, que compartía criterios con CEDLA sobre crítica e identidad local. Allí se produce una coincidencia, pero las organizaciones son distintas. CEDLA y ARS eran un grupo totalmente privado y de esfuerzos personales, mientras el Colegio de Arquitectos tenía su propia organización, y la Bienal era el brazo armado del colegio.

OA: Entonces en ese momento hubo una buena relación entre CEDLA y el Colegio de Arquitectos.

HE: Correcto, pero no era un proyecto unitario. Después vino la apertura democrática, se abrieron nuevos canales y nos dispersamos, pero tuvo sentido mientras duró ese periodo. Se abrieron de nuevo las universidades y yo volví a mi alma máter y los otros volvieron a la Universidad Católica. Se revolvió de otra manera el naipe. Por eso ese número (ARS N° 11) fue importante porque fue la culminación del proceso de apertura a nivel latinoamericano de lo que nosotros veníamos pensando como ciudad, Santiago, y como país, Chile. Después nos dimos cuenta que en otros países sucedió lo mismo.

OA: ¿Cuál considera usted era el panorama arquitectónico en Chile a finales de la década de los ochenta, a través de la evaluación de los resultados de la Bienal de 1989?

HE: Yo creo que esa Bienal tuvo la virtud de congregar al mundo latinoamericano en un escenario formal -el Museo Nacional de Bellas Artes- y por lo tanto generar un encuentro menos alternativo e informal. La mayoría de los arquitectos invitados fueron latinoamericanos, y eso fue un gran logro. En esa época empezaron a abrirse también las universidades y por lo tanto, muchos de los invitados comienzan a compartir con la academia.

En la primera Bienal no hubo ningún extranjero que quisiese venir, pues sintieron que acudir a Chile en ese entonces era avalar la dictadura. Éramos la oveja negra, nadie quería venir a Chile ni que lo relacionaran con la dictadura, estábamos muy aislados. Luego el primero en venir creo fue Rafael Moneo. Ya en 1989 vinieron arquitectos latinoamericanos reconocidos pues la llegada de la democracia hizo que se respirara otro aire. De alguna manera allí se cierra un periodo y se abren nuevas alternativas a una nueva generación.

OA: ¿Qué opinión tiene usted del trabajo de las generaciones que les sucedieron?

HE: Nuestra generación era muy crítica y no sé si éramos ecuánimes y las criticas bien hechas, pero se hacía mucha discusión, siento incluso más que ahora. Hoy día el exceso de información hace que las opiniones sean muy planas, que haya muy pocos filtros y lo veo con mis estudiantes. En nuestra época acceder a la información era más complejo pero tengo la impresión de que se leía más, por lo tanto había más confrontaciones de ideas. Antes se discutía más sobre modelos de ciudad o arquitectura, mientras que ahora se habla más sobre el objeto arquitectónico o la eficiencia de los edificios.

OA: ¿Cree usted que tanto el llamado que hizo Cristian Fernández Cox como el que realizaron ustedes a través de ARS durante los años ochenta originó un reconocimiento por los valores locales?

HE: Sí, se logró. Soy optimista y creo que logramos buenos resultados. Sin embargo, no logramos construir un barrio de vivienda social, que era nuestro sueño, aplicando nuestras ideas a diferencia del otro modelo de ciudad que si modificó la trama urbana con diversos proyectos. Este sueño estuvo próximo a realizarse algunos años después.  pero en Sevilla, España. A través de la gestión del Gobierno de Andalucía se desarrolló un proyecto que se llamó Pino Montano que abarcaba varias manzanas de viviendas sociales: iba a ser un barrio diseñado por arquitectos latinoamericanos en las afueras de Sevilla. Ése era el sueño concretado, pero hubo un cambio de gobierno en España y se desarmó el proyecto y no llego a concretarse, aunque el barrio existe pero fue realizado por arquitectos españoles. Esa tarea quedó pendiente.

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Geografía del pensamiento S.A.L.En: RAMIREZ, J. (2013). Las Huellas que revela el tiempo (1985-2011). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.. Image © Óscar Aceves Álvarez

OA: ¿Cuáles cree usted son los nuevos retos de las publicaciones de arquitectura en la actualidad, a diferencia de los medios de la década de los ochenta?

HE: Yo creo que actualmente hay mayor difusión y cobertura internacional. Hoy EN día las revistas impresas no tienen el mismo valor que tenían antes, habría que realizar una revisión de las revistas digitales pero no estoy preparado para hacer ese análisis. Escribí un artículo [2] que aborda un poco este tema pero sin llegar a agotarlo ni mucho menos.

No me atrevo a decir una visión que tengan las revistas, pero echo de menos medios con posturas sobre determinados temas y discusiones, no meros vehículos de información de lo que se está haciendo, sin contenido ni alma. Por ejemplo, yo creo que Plataforma Arquitectura es un gran medio, pero no tiene un pensamiento de ciudad, no tiene nada que decir. Igualmente las universidades tenemos ese rol y también estamos al deber, nos falta mucho.

OA: ¿Entonces estamos actualmente en un periodo pasivo?

HE: Yo diría que hay una pasividad y que probablemente el exceso de información de repente aturde a las personas. A veces les digo a mis alumnos que no vean tanto internet, que se conecten más con ellos mismos. No sé cuál será la razón pero yo creo que hace falta algo para motivar la generación de ideas concretas para realizar los cambios que hacen falta en nuestra ciudad.

Yo les digo a mis muchachos que está todo por hacerse aquí pero para ellos parece que está todo hecho y no hay trabajo, y eso no es verdad.

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[1] Cristian Fernández Cox, “Modernidad Apropiada en América Latina” ARS N° 11(1989), 11-16.
[2] Humberto Eliash, “Periodismo y Arquitectura en el siglo XXI”, Todoobras N° 60(2007), 10.

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Sobre este autor/a
Cita: Oscar Aceves. "Discusión y crítica en los años ochenta: entrevista al arquitecto Humberto Eliash" 16 oct 2014. ArchDaily Colombia. Accedido el . <https://www.archdaily.co/co/755521/discusion-y-critica-en-los-anos-ochenta-entrevista-al-arquitecto-humberto-eliash> ISSN 0719-8914

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