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Arquitectos: Juliana Mondinalli - Franco Palacios Beltran
- Área: 64 m²
- Año: 2022
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Fotografías:Luis Barandiaran

"Sueñan las casas que son barcos cuando
de noche hay viento, oscuridad y lluvia."
Silvina Ocampo, Nocturno


Casa Ona nace de deseos profundamente cotidianos: escuchar la lluvia en el techo de chapa, tomar mate bajo la galería, ver la luna desde una ventana, mirar la vereda desde la cocina, contemplar el patio desde la ducha. También, de decisiones prácticas: intervenir lo menos posible el suelo, construir rápido y con materiales no convencionales.

Diseñar la casa propia es siempre un desafío. Este proyecto fue tomando forma a partir de vivencias, recuerdos y viajes. El resultado es un refugio donde la lluvia y el agua no solo se perciben, sino que se celebran. La vivienda se ubica en Villa Garibaldi, sobre la planicie de inundación del Arroyo El Pescado, único curso de agua no contaminado de la región. Esta zona, además de ser clave para el escurrimiento y la calidad del aire, es la última frontera de la gran megalópolis que se extiende hasta Rosario.

El diseño retoma un elemento arquitectónico esencial del paisaje regional que encontramos tanto en ranchos, tolderías, como en las antiguas casas chorizo: la galería. Esta nos refugia de las intensas lluvias y del sol rasante del noroeste en verano. Se extiende en forma de "C", protegiendo los lados más expuestos al clima. La galería noreste se abre al jardín silvestre y ofrece un espacio de transición entre interior y exterior.

La casa reinterpreta la tipología rural con un techo a dos aguas asimétrico: un lado se prolonga para formar la galería, y el otro se eleva para dar lugar a un entrepiso. Exteriormente austera, por dentro es luminosa, cálida y flexible. En 64 m² cubiertos, se organiza con una cocina y baño al sudeste. Un telón teatrero permite abrir y cerrar el espacio según la necesidad de la escena.


La estructura fue realizada en eucalipto colorado, con revestimientos interiores en fenólico del mismo material. Para minimizar el impacto ambiental, la casa se apoya sobre pilotines de hormigón armado, elevados 50 cm sobre el nivel del suelo, preservando el ecosistema.


Se mantuvo gran parte de la vegetación preexistente: chilcales, gramíneas y una acacia negra. Con el trabajo de Flux Estudio, se trazó la estructura arbórea con recorridos y sectores que potencian el paisaje y la experiencia de habitar.



La construcción se realizó en sólo tres meses con mano de obra local, lo que permitió optimizar tiempos y recursos, y fortalecer el vínculo con la comunidad. La casa lleva el nombre de Ona, nuestra compañera felina, que se apropió tanto de los vacíos como de las alturas.

La chapa, con su memoria de humildad y origen inmigrante, se resignifica. Con lluvia intensa, la casa se vuelve balsa y recuerda las viviendas ribereñas del delta de Berisso y Ensenada. Habitar con el agua, el paisaje y lo cotidiano es, para nosotrxs, una forma contemporánea de hacer arquitectura.
