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Arquitectos: Diego Salinas + Chiara Rissola
- Área: 16 m²
- Año: 2025

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este mangrullo se presenta como una estructura efímera y liviana que celebra la relación entre arquitectura, paisaje y experiencia. Implantado en un entorno natural abierto en una una zona de médanos, la obra destaca por su mínima huella y su respeto por el terreno.

El proyecto se construye íntegramente con estructura de madera, de pino tratado, como base de los pisos y plataformas. La envolvente está compuesta por paneles textiles verticales (telas blancas translúcidas), tensadas sobre bastidores de madera, que generan una piel semipermeable al viento y a la luz.

El sistema constructivo es modular y seco, con uniones mecánicas visibles, lo que permite un montaje rápido, desmontaje sencillo y una potencial reubicación sin dejar huellas permanentes en el suelo.

El mangrullo se eleva levemente del suelo sobre pilotes de madera, evitando el contacto directo con la humedad del terreno y permitiendo el libre flujo del agua y vegetación por debajo. Esta decisión también acentúa su carácter de objeto liviano, casi flotante sobre el paisaje.


Su forma cúbica y su apertura controlada hacia el exterior permiten una integración visual discreta. La altura y transparencia invitan a la contemplación del horizonte, sin competir con la naturaleza, sino enmarcándola. Durante el día, la luz solar atraviesa las lonas creando sombras suaves y dinámicas en el interior. El tejido blanco filtra los rayos solares directos, generando una atmósfera fresca y tamizada. Por la noche, puede convertirse en una linterna blanda si se ilumina desde adentro.

El viento, por su parte, encuentra paso entre los paños de tela, que flamean suavemente, aportando movimiento y sonido al espacio. Esta interacción constante con los elementos transforma al mangrullo en un objeto vivo, que respira con el clima.

El espacio interior es esencialmente una escalera habitable. Los peldaños y plataformas se convierten en lugares de descanso, juego y observación. Los niños lo exploran como un objeto lúdico, mientras los adultos pueden encontrar allí un refugio contemplativo.
La parte superior funciona como un mirador contenido, desde donde se puede tener una vista panorámica del entorno, enmarcada por las lonas y estructuras que definen su geometría.
