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Arquitectos: Americo Fajardo, Breno Felisbino, Lucas Scuratto
- Área: 66 m²
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Fotografías:Fran Parente

Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto para Paloma tenía como objetivo la adecuación de una tienda en la planta baja del emblemático edificio Copan, diseñado en 1952 por Oscar Niemeyer, en el centro de São Paulo. Como programa, se solicitaba que se conciliara el ambiente íntimo de un restaurante dedicado al vino, con la naturaleza sociable de un bar con tienda de comestibles.

La intervención tomó como base la organización de los espacios a través del pilar central de forma elíptica alargada. De un lado, mesas para hasta dos personas y del otro, asientos con la posibilidad de unirse en una gran confraternización.


Para garantizar que los clientes que fueran a la tienda solo para comprar vino no se sintieran incómodos cerca de los comensales del restaurante, decidimos colocar la bodega en un punto central del espacio, con fácil acceso y visibilidad desde la calle. Aprovechando el pilar central, creamos una estantería de acero que lo envuelve, como si abrazara el edificio, respetando la claridad de la estructura y utilizando su junta de dilatación como parte integral del diseño. Con esta decisión también era posible dirigir la mirada hacia el interior del ambiente, especialmente hacia la cocina, gracias al ángulo obtuso creado en la estantería, análogo a la división de la tienda.




La elección de los acabados reflejó el deseo de los clientes de crear un ambiente despretensioso para disfrutar del vino. El uso de cerámica en las paredes y de "caquinho" en el piso -un clásico paulistano de la década de 40- aportaba familiaridad y simplicidad al ambiente, al mismo tiempo que lo distinguía por su nuevo patrón de colores y lechada. Para acercar a Paloma a restaurantes y bares del día a día, también creamos mostradores de acero con capacidad para más personas, siendo la tapa de mármol espíritu santo, otro clásico que evoca la memoria afectiva de restaurantes que amamos, como la Lechería Ita, en São Paulo. La creación de pequeños mostradores suspendidos en los extremos del restaurante permitiría que los clientes pudieran degustar un vino de pie, como en un botequín. Por último, el acabado en teja de policarbonato garantizaría visibilidad para los espacios de preparación, sin que la luz de trabajo de la cocina ofuscara el clima íntimo del salón.
