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Arquitectos: Martino Picchedda
- Área: 500 m²
- Año: 2024
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Fotografías:Cédric Dasesson
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Proveedores: Italcementi, Marmi & Pietre I.C.S. s.r.l., Oristano Inerti Srl, Settef

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicado en el corazón de Cerdeña, a 45 kilómetros de Oristano, el pequeño pueblo agrícola y pastoril de Simala preserva una profunda conexión entre el pasado y el futuro. En su núcleo se encuentra una notable intervención arquitectónica—un proyecto que abraza la poética de las ruinas mientras celebra su valor simbólico.

Curada por el joven arquitecto Martino Picchedda, esta iniciativa demuestra cómo un enfoque sensible y contemporáneo puede transformar estructuras históricas en catalizadores para la regeneración social y cultural.

Un legado del siglo XIX reimaginado. En el corazón de Simala, un edificio de patio del siglo XIX—anteriormente la residencia de un terrateniente y el centro de la actividad agrícola—ha sido reimaginado como un espacio de exhibición pública. Interpretando respetuosamente el paso del tiempo, el proyecto ve las huellas arquitectónicas como narrativas en capas, entrelazando la memoria en el tejido de la modernidad.

Redescubriendo las ruinas: El poder evocador de la decadencia. La intervención comienza con un delicado proceso de desvelar. La vegetación desbordante y décadas de polvo son removidas, no como meros actos funcionales, sino como gestos simbólicos, revelando el potencial latente del sitio. Las ruinas, previamente vistas como reliquias, se convierten en el punto focal del diseño, contando historias a través de su presencia perdurable. Las paredes sobrevivientes, aunque frágiles, adquieren una presencia teatral, enmarcando el espacio público como escenarios. Estas ruinas definen un vacío abierto—un espacio que invita en lugar de excluir, un umbral entre lo íntimo y lo comunal.

Una arquitectura de memoria y paisaje. El proyecto se inspira en maestros que lidiaron con la preexistencia histórica, como los dibujos visionarios de Piranesi y la poesía material de Gibellina de Alberto Burri. En el patio, el tradicional pavimento "impedrau" rinde homenaje a la memoria táctil de los patios sardos. En el interior, un revestimiento de basalto colocado con juntas amplias sobre una cama de drenaje captura y canaliza el agua a través de una intrincada red de tuberías. Fragmentos de las baldosas de piedra originales, o "tellas", son reintegrados de manera reflexiva, tejiendo continuidad en la narrativa del espacio.

Un escenario para la vida comunitaria. El patio, que alguna vez fue un espacio agrícola privado, ahora se despliega como una plaza de exhibición pública. Las intervenciones minimalistas sirven a la arquitectura histórica, destacando la materialidad cruda de las paredes tratadas con un estuco ecológico a base de cal. Las ruinas, limpias y consolidadas, lucen su incompletud con orgullo. Sus superficies simples y desgastadas por el tiempo cuentan historias de trabajo, resiliencia y vida cotidiana. Este espacio se convierte en una metáfora de una Cerdeña que reconoce sus raíces mientras abraza la renovación, conectando el pasado y el futuro sin problemas.

Una intervención entre arte y paisaje. La esencia poética del proyecto radica en su simplicidad. Se centra en los materiales, la memoria y la capacidad del espacio para despertar emociones colectivas latentes. El resultado es un lugar de encuentro—a stage donde la historia y la contemporaneidad coexisten, dedicado a exhibir productos locales y promover el turismo lento, cada vez más vital para la dinámica económica y cultural de Simala.


Esta intervención encarna una arquitectura que escucha en lugar de dominar. A través de este proyecto, Simala emerge como un laboratorio vivo de regeneración territorial—un testimonio de cómo la arquitectura puede reinterpretar la memoria para crear una narrativa abierta y compartida.
