Un nuevo pabellón de madera,
ubicado en el mismo terreno de una casa
de playa de 1970, les entrega a los
propietarios un espacio de retiro frente a la casa principal. Acentuando el vínculo entre lo antiguo y lo nuevo, la utilización de materiales naturales y la explotación de
la topografía del terreno se combinan
para lograr el máximo efecto posible con el mínimo impacto
en el sitio y el presupuesto.
El pabellón explora la idea de la choza de playa, donde hay una profunda conexión con el entorno al vivirla desde
dentro. El pabellón compacto
(de 48 m2) está conectado a la casa original a través de una estructura de fibra de vidrio, que actúa como una nueva entrada a ambos elementos. Esta nueva entrada se ilumina por la noche, sirviendo de bienvenida a los que llegan. La cubierta de madera, los postes de
pino en bruto y las fijaciones
a la vista celebran los métodos de construcción modestos del enlace. Los materiales seleccionados
tienen propiedades aislantes mínimas, exponiendo el
ocupante a las condiciones térmicas y de
iluminación del exterior. Este "despertar" físico aumenta la transición entre lo viejo y lo nuevo.
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